Después de un accidente de tráfico, Pablo comenzó a tener pensamientos intrusivos sobre causar daño a otros mientras conducía.
Se sentía constantemente angustiado, evitaba conducir e incluso se aislaba socialmente por miedo a causar daño a alguien.
Con la ayuda de la terapia, Pablo aprendió a comprender que estos pensamientos intrusivos no reflejaban sus verdaderos deseos, sino que más bien eran producto de su ansiedad.
Aprendió a identificar y objetivizar esos pensamientos, y gradualmente recuperó la confianza al conducir, sin sentirse constantemente abrumado por estos pensamientos.