La historia de Igor
Igor estaba en su primer año de universidad, estudiando Ingeniería Informática. Desde siempre dejaba todo para el último día, pero al final conseguía aprobar todo.
Sin embargo, en el grado, las tareas aumentaron y para los exámenes había que estudiar temas muy extensos y complejos. A medida que el semestre avanzaba, las tareas y proyectos comenzaron a acumularse, aumentando el agobio y la preocupación por «no poder llegar».
Salir con amigos, las redes sociales y los videojuegos eran su principal distracción, y cada vez que se sentaba a trabajar, su teléfono parecía demandar atención, y las «breves» pausas se convertían en horas perdidas.
Al finalizar el semestre, suspendió todas menos una, a pesar de haber pasado noches enteras despierto antes de los exámenes, tratando de compensar semanas de estudio en unas pocas horas frenéticas.
Igor empezó a dudar sobre su capacidad de sacarse el título, lo que aumentaba su tendencia a procrastinar. Al final se dio cuenta que capacidad tenía, pero que necesitaba encontrar una solución para la procastinación, por lo que buscó ayuda profesional externa.