La historia de Leire
A Leire, una joven de 29 años, siempre le había preocupado su salud, pero sin llegar al extremo. Sin embargo, un día llegó a casa a la madrugada tras salir de fiesta y beber alcohol y experimentó un ataque de pánico.
A raíz de ese ataque, comenzó a obsesionarse con los latidos del corazón. Se monitorizaba cada vez que «notaba» algo raro, sobretodo por las noches, lo que le impedía dormir.
Se hizo pruebas médicas que descartaron problemas cardíacos, sin embargo no pudo eliminar la ansiedad que la embargaba cada vez que su corazón latía un poco más fuerte o si sentía cualquier irregularidad en su ritmo.
Con el tiempo, esta preocupación se intensificó y se generalizó a otros miedos. Un dolor de cabeza le conducía a asumir que tenía meningitis o un tumor, si sentía un hormigeo creía que sufriría un ictus, y buscar síntomas en internet se convirtió en algo diario.
Esta preocupación constante le llevaba a acudir de manera cada vez más frecuente a profesionales médicos, que le aseguraban que no tenía nada grave, pero sus pensamientos catastróficos no cesaban.