La historia de Sara e Íñigo
Sara, una profesora de 50 años, enfrentó un profundo duelo tras la repentina muerte de su esposo Íñigo. La pérdida fue inesperada y dejó a Sara con un torbellino de emociones: shock, tristeza, ira y una sensación de incredulidad.
Los primeros días tras la muerte de Íñigo, Sara se encontraba en un estado de negación, incapaz de aceptar la realidad de su ausencia. Su casa, una vez llena de la presencia de Íñigo, ahora se sentía vacía y silenciosa. Sara luchaba por encontrar sentido a su vida sin él.
Con el paso del tiempo, la ira comenzó a tomar protagonismo en su proceso de duelo. Sara se sentía frustrada por la injusticia de la pérdida y enojada consigo misma por las cosas que no había dicho o hecho. Se cuestionaba constantemente qué podría haber cambiado para evitar la tragedia.
En su trabajo, Sara trataba de mantener una fachada de normalidad, pero por dentro se sentía abrumada y desconectada. Sus emociones fluctuaban entre la tristeza profunda y la irritación, a menudo sin motivo aparente.