La Guía de las emociones
Las emociones son fenómenos complejos y multifacéticos, influenciados por una variedad de factores cognitivos, incluyendo las expectativas, las interpretaciones y las valoraciones personales.
Las emociones son fenómenos complejos y multifacéticos, influenciados por una variedad de factores cognitivos, incluyendo las expectativas, las interpretaciones y las valoraciones personales.
Las emociones son nuestros motivadores internos; nos impulsan a actuar.
Piensa lo siguiente: si un día te despertaras sin emociones, ¿Cómo decidirías qué hacer? ¿Te levantarías para ir al trabajo o sentirías preocupación por las consecuencias de no ir?
Imagina que, de algún modo, decides levantarte y, mientras cruzas la calle, ves un coche acercándose rápidamente.
Sin emociones, ¿crees que te apresurarías a cruzar? Si ves que a alguien le van a atropellar, ¿tratarías de ayudarle?
Nuestras emociones funcionan como una brújula interna, orientando nuestras decisiones en cada momento. Son los estímulos que nos rodean, junto con los pensamientos en nuestra mente, lo que provocan reacciones emocionales constantes.
En gran medida, nuestro comportamiento se ve motivado por el deseo de modificar o mantener un estado emocional específico, esforzándonos por preservar las sensaciones placenteras y evitar aquellas que resultan desagradables.
Diversas emociones nos impulsan a actuar de maneras distintas.
¿Alguna vez has sentido ganas de gritarle a alguien que te frustraba? ¿O el deseo de abrazar a alguien que estaba triste? ¿Qué nos motiva a querer otro trozo de tarta?
Todas estas inclinaciones son impulsadas por nuestras emociones. Las emociones nos incitan a actuar y nos orientan hacia diferentes tipos de acciones.
No estamos obligados a actuar según lo que nuestras emociones nos sugieren, pero todos hemos experimentado ese deseo de hacer algo impulsados por ellas.
La siguiente imagen ejemplifica el amplio espectro de acciones a las que nuestras emociones pueden impulsarnos.
Las emociones, un aspecto clave de nuestra biología, son el resultado de un largo proceso evolutivo compartido con otras especies.
Mientras que nuestra capacidad de razonar y resolver problemas de manera consciente es un desarrollo reciente en términos evolutivos, los animales han confiado durante millones de años en emociones y estados afectivos para tomar decisiones críticas, como la selección de alimentos o lugares seguros.
Estas emociones funcionan como mecanismos de aproximación o evitación, esenciales para la supervivencia y la reproducción.
Si un animal experimenta miedo cuando se encuentra con algo nuevo, entonces será precavido, o quizás huya del estímulo. Si experimenta asco al comer un nuevo alimento, evitará comerlo en el futuro.
Las cosas con sabor amargo a menudo contienen toxinas, por lo que es una función útil que los animales tengan una emoción de asco que les diga “¡Eh, no comas eso!”.
Estas decisiones afectan a la supervivencia de los animales: aquellos que son cautelosos y precavidos ante el peligro tienden a vivir más que aquellos que no lo son, y tendrán más oportunidades de reproducirse y transmitir sus genes.
Como seres humanos, heredamos esta programación evolutiva, buscando instintivamente situaciones que nos resultan placenteras y evitando aquellas que nos generan miedo o asco.
Las emociones son una parte normal y esencial de la experiencia humana, sin embargo, pueden convertirse en un problema cuando no se gestionan adecuadamente o cuando son desproporcionadas para la situación.
Aquí tienes un resumen claro sobre cuándo las emociones pueden ser problemáticas:
Nuestras emociones evolucionaron para ayudarnos a sobrevivir, no necesariamente para hacernos sentirnos bien ni felices.
En el mundo moderno, esto puede suponernos problemas.
Por ejemplo, el deseo de alimentos ricos en calorías era útil en el pasado cuando la comida era escasa, pero en la actualidad un deseo excesivo puede conducir a problemas.
Cuándo son un Problema:
Otra forma de pensar sobre los efectos de la emoción es clasificarlos como ‘demasiado intenso’, ‘muy poco’ y ‘demasiado difícil de controlar.
En resumen, aunque las emociones son una parte natural de ser humano, pueden convertirse en un problema cuando son demasiado intensas, duran demasiado tiempo, interfieren con nuestra vida diaria, o cuando no podemos regularlas adecuadamente.
Entender y manejar nuestras emociones es clave para vivir una vida equilibrada y saludable.
Cada perspectiva psicológica tiene diferentes teorías, técnicas y enseñanzas, pero todas tienen como objetivo ayudar a las personas a gestionar sus emociones.
A continuación se describen dos de los modelos más respaldados: la terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia de aceptación y compromiso (ACT).
La Terapia Cognitivo Conductual plantea que lo que sentimos es resultado de lo que pensamos y cómo actuamos.
Sugiere que si nuestro objetivo es manejar cómo nos sentimos, entonces necesitaremos hacer cambios en nuestro pensamiento y comportamiento.
Este enfoque tiene un amplio abanico de técnicas para explorar y cambiar las formas en que pensamos y actuamos.
La ACT es un enfoque más reciente dentro de la ‘familia’ de las terapias TCC, y adopta una postura diferente respecto a la emoción.
La posición de la ACT es que los problemas ocurren cuando nuestras emociones, o nuestros intentos de controlarlas, se interponen en el camino de vivir una vida de acuerdo con nuestros valores.
Una ‘vida plena’ es aquella que encontramos personalmente significativa, pero nuestras lucha contra las emociones a menudo suponen que nos ‘desviemos del camino’.
Esta perspectiva pone un mayor énfasis en la aceptación de las emociones que en regularlas, persiguiendo que no interfieran en la vida que deseamos vivir.
Algunos de los aspectos a trabajar son los siguientes: